Los tres primeros años de vida son cruciales. Los límites, durante esta etapa son de vital importancia. Es durante este período que los pequeños aprenden ciertas pautas de conducta y comienza el momento de interiorizar ciertos comportamientos y maneras de funcionar. Es muy importante estar atentos a los síntomas tempranos y no dejar de ejercer la autoridad. Podemos decir que los pequeños empiezan a:
- Tener conciencia de las cosas, de las consecuencias de sus actos y tener sentimiento de culpa.
- Conocer y saber qué es la empatía (ayudar a los demás y ponerse en su lugar).
- Tolerancia a la frustración (entender el NO, y comprender que a veces, las cosas no son como ellos quieren).
Nos podemos encontrar con límites familiares (los que nos inculca nuestra familia y nuestros padres) y sociales (los que la sociedad y los demás nos marcan). Podríamos decir también que, antes de juzgar y de actuar según de qué manera, sería importante ver, detectar y actuar en función de si las conductas agresivas de los niños vienen por una carencia educativa, o bien por rasgos de personalidad psicopática (a menudo por una fuerte inestabilidad emocional, falta de conciencia, falta de empatía y ausencia de culpa).
También son de vital importancia los factores como la edad y el contexto donde pasan los eventos. No hay que olvidar que el comportamiento agresivo en los niños forma parte del desarrollo normal; todavía están desarrollando el lenguaje, a veces quieren ser «independientes» y les cuesta controlar los impulsos. Por lo tanto, durante esta edad puede llegar a ser bastante normal que se manifieste algún tipo de agresividad.
También, hacia los 11-12 años (en la pre-adolescencia) es probable que vuelva a reaparecer con fuerza esta agresividad. Nos ayudará tener presente y entender este comportamiento como una parte necesaria del crecimiento, y una parte fundamental del proceso de socialización. No obstante, es importante actuar y no dejar pasar ciertos comportamientos inadecuados. A menudo encontramos niños que han adquirido un «poder» especial, que les otorga la potestad de «pegar» a todo aquel que se le pone por delante.
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La educación emocional y la disciplina positiva nos pueden dar herramientas para actuar con firmeza y autoridad, a la vez que con afecto y empatía.
¿Qué podemos hacer para evitar la agresividad en nuestro hijo?
- Es importante actuar rápidamente. Cuando haga una conducta inadecuada, como pegar, estirar el pelo, morder, etc. le tenemos que hacer saber que aquello no es correcto; que ha «herido» a otra persona, y que tenemos que procurar que no se vuelva a repetir.
- Hay que enseñarle las consecuencias de sus actos («si pegas, te portas mal y haces daño, no tendrás ciertos privilegios.»).
- Procuraremos e intentaremos no ponernos nerviosos (mantener la calma) y no gritar, pero que vea que esa actuación no nos ha gustado y no estamos de acuerdo con lo que ha hecho.
- Es muy importante ser constantes y no caer en el abandono. Ayuda mucho actuar y responder de la misma manera; y en situaciones en público no debemos dejar que nos gane la vergüenza. Al fin y al cabo, si estamos trabajando ciertos aspectos, debemos ser coherentes y ellos tienen que ver que aquello está mal hecho esté donde esté; porque si ve debilidades, se aprovechará.
- Vale la pena enseñar alternativas. Se le puede decir que entendemos que se haya enfadado, pero que no lo tiene que demostrar de esta manera.
- Hay que enseñarle a pedir disculpas y perdón. Es importante que entienda que si ha hecho daño o ha herido a alguien, tiene que pedir disculpas, y que no se debe lastimar a las personas. De la misma manera; si tiene un buen comportamiento, está bien, elogiarlo y alabarlo.
- Hay que prestar atención a los programas de televisión, videojuegos y otras pantallas. En nuestras manos está elegir el contenido de aquello que miran. A menudo, son dibujos violentos, con amenazas, puñetazos, empujones, etc. Una buena opción puede ser mirar con ellos la televisión de forma educativa, y no dejarlos «aparcados» allí; si no, corremos el riesgo de que se creen su «submundo» y se aíslen del resto.
Otro de los aspectos que resulta de mucha importancia y que hay que empezar a trabajar desde pequeños, es el autocontrol hacia ellos mismos y los demás. Su impulsividad a veces les lleva a realizar actos poco correctos o muy espontáneos. Somos los adultos los que tenemos que encontrar el equilibrio para tolerar o no según qué comportamientos según nuestro criterio. No habrá que olvidar tampoco que debemos dar ejemplo con nuestros actos; somos el espejo donde ellos se miran y somos responsables de nuestros propios actos.
Del mismo modo, cuando antes se empieza a trabajar la autonomía y la responsabilidad, mucho mejor funcionan las cosas después. Es muy importante el vínculo y el respeto que se establece durante los primeros años. Cuando hablamos de responsabilidad, nos referimos a responsabilidad consigo mismo, los demás y los diferentes contextos familiar, escolar y social.
Artículo escrito por:
Laia Delriu. Psicóloga infantil; directora de Dintell, Centre Infantil, Children’s Center, Centre Pour Enfants.
Maria Alejandra dice
BUENOS DIAS ME DIRIJO A USTEDES PORQUE QUIERO SABER SI EL CURSO ES GRATIS O TENGO QUE PAGAR