¿Qué es el semáforo de las emociones?
El semáforo de las emociones es una herramienta que sirve como guía de actuación cuando los niños sienten ciertas emociones que les hacen perder el control, algo que impide que vean las situaciones de forma objetiva. Es muy importante que las emociones no se repriman, sino que se gestionen correctamente, y eso deben entenderlo también los padres.
Este semáforo, muy recomendable para niños y niñas de 4 a 10 años, puede ser percibido de muchas formas distintas, así que hay que dejar claro el significado de sus colores desde un principio.
¿Cómo funciona un semáforo de las emociones?
Igual que un semáforo en la vida real, existen tres colores: rojo, amarillo y verde. En este caso, siempre empieza estando rojo y hay que pasar por los tres antes de actuar.
Como hemos apuntado antes, hay que establecer previamente junto a los peques qué significado tiene cada color. A nosotros nos gusta el siguiente:
- Rojo: Me paro. Es obligatorio quedarse quieto y detectar qué pasa. ¿Por qué estoy tan desbordado? Se puede respirar hondo, contar hasta 10 y relajarse un poco.
- Amarillo: Pienso en las opciones que tengo. ¿Qué puedo hacer ante esta situación?
Es recomendable hablar con el niño o la niña antes para explicarle qué alternativas hay, como contar a la maestra por qué tiene ese sentimiento o pararse a pensar si lo que va a hacer puede hacer daño a alguien, por ejemplo.
- Verde: Actúo. Después de parar, saber cómo me siento y pensar en una alternativa para dar respuesta a la situación, toca actuar. ¿Qué debo hacer?
Antes de ponerlo en práctica, podemos ensayar con el semáforo poniendo ejemplos sobre cosas que hayan pasado. Si es con más niños, mucho mejor, ya que así podrán valorar si tomarían la misma decisión.
Incluso se puede practicar leyendo un cuento y analizando las emociones de los protagonistas. En un cuento personalizado, además, el protagonista puede ser el niño o la niña, algo que, además de ser muy atractivo para ganar su interés por la lectura, resultará un ejercicio muy interesante de ponerse delante de un espejo y decidir cuál es la mejor forma de actuar en cada situación.
Hay que tener en cuenta que no se trata de una herramienta exclusiva para la ira, la rabia o la frustración, que son los sentimientos que se relacionan más fácilmente con el semáforo de las emociones. También resulta útil en momentos de miedo, soledad, tristeza, asco o vergüenza. Otra de las herramientas es el emociómetro, destinado a que los niños y las niñas reflexionen sobre sus emociones y las expresen de forma gráfica. También recomendamos la técnica de la tortuga que, como su nombre da a entender, se trata de un trabajo donde las emociones se trabajan de manera lenta y tranquila, para dar el tiempo necesario al proceso reflexivo.
BERTHA MARIA ORAN ARNAO dice
me parece muy interezante para ponerlo en practica con mis niños ya que observo falta de disciplina ,control de sus emociones ,frustracion otros